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A Lauda le encantan los charcos

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Ahí va él. Donde hay un charco, Niki Lauda se tira de cabeza. Le encantan las polémicas, tengan que ver con la habilidades de los pilotos, con Alonso, con Hamilton... y hasta con Ferrari, la escudería de sus amores. Por supuesto que le profeso un enorme respeto a todo un tricampeón mundial, especialmente por su particular historia de superación tras ese terrible accidente que le hizo casi más famoso que sus propios éxitos. Sin embargo, tanta gloria deportiva no garantiza la impunidad ante la incongruencia y la majadería. Y como no es la primera vez que el austriaco se pega una pasada de frenada de tales características, pues tampoco llega a sorprendernos... aunque esta vez quizá ha ido un paso más allá.

Lauda no ha atacado a un piloto, ni siquiera al colectivo que representa un equipo. Ha cargado tintas contra un símbolo de un país, contra toda una nación. Y no tiene argumentos para hacerlo. Pudiera ser discutible si las personas que ahora están al frente de la 'Scuderia' son las más adecuadas, pero hablamos precisamente de eso, de individualidades, no del talante de un pueblo o de su capacidad de gestión. Porque antes de ahora, antes de Schumacher, antes incluso de Lauda, Ferrari ya era grande. Su leyenda se sustenta en el trabajo y en el talento de muchos hombres a lo largo de más de medio siglo, tanto que nadie puede descalificarlo ahora denominándolo "cultura del espagueti". Y menos aún, desde luego, de quien ha alcanzado de su mano el olimpo de los campeones.