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Alonso sí que lo tenía muy claro

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Vaya por delante que siempre he considerado dificilísimo el trabajo de estratega en un equipo de Fórmula 1. A toro pasado, a cualquiera se nos ocurre una ideal genial para atajar los imponderables de una competición. Bien distinto es el talento de improvisar, tomar decisiones determinantes en cuestión de segundos, manejando multitud de incertidumbres y sin tener claro hacia dónde se dirigen los acontecimientos. Un arte, como digo, que algunos han llegado a dominar con la maestría de Ross Brawn. En Renault, sin embargo, están lejos de la excelencia en este apartado. Hacen bien muchas cosas, pero cambiar el paso en plena carrera no es precisamente una de las habilidades de Pat Symonds, el encargado de enfrentarse a tamaño desafío.

El último ejemplo es lo ocurrido en China. Creo que nadie podía entender qué hacia Alonso entrando en boxes con el coche de seguridad en pista para volver, en cualquier caso, en la cola del pelotón. Y ahora sabemos que ni el propio Fernando compartía tal elección. El resultado es que el gran premio se fue al garete para él, porque incluso el trompo que sufrió (error suyo, desde luego) es fruto de la precipitación de su remontada. En Renault deberían reflexionar seriamente sobre todo ello, porque si bien nadie es infalible, la insistencia en esos fallos es lo que termina costando los títulos. Y no está la situación, ni del equipo francés ni del campeonato, para andar regalando puntos. Ahora hay tiempo para enmendar la plana, pero no será así siempre.