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Enrique Cerezo supo elegir bien

Los aficionados del Numancia están comenzando a tener el síndrome del otoño, y es que van cayendo las jornadas sin enterarse y el equipo no logra sus frutos. Ayer, de nuevo, una oportunidad de sumar se diluyó con tres zarpazos que dio el equipo rojiblanco. Aunque no se quiera reconocer, este equipo tiene Arandadependencia y si no es así, que se seque el Duero. Goiría estaba como si de una isla desierta se tratara y al más puro estilo marxista, los de Pacheta se empeñaron en atacar una y otra vez por la banda izquierda, olvidando a Del Pino y a su buena derecha. Pero esta columna es de todo el partido, así que, ¿qué decir de la segunda parte? Agüero, Forlán, Simao y Banega. Eso es lo que se puede contar como resumen final del encuentro.

Además, por supuesto, del estreno en España del delantero marfileño Lago Junior, quien disputó sus primeros minutos como numantino e incluso vio una amarilla. Y así concluyó el partido. Quizás echen de menos que cite el gol mal anulado a Barkero, pero para qué... ya que a perro flaco todo son pulgas. Si en un equipo destacan el portero, Juan Pablo, y el defensa central Sergio Ortega, es significativo. Imagino las palabras de los mesías proféticos: "Sabíamos que íbamos a estar ahí, todavía tenemos esperanza y toca pensar en el próximo partido". Pero todos sabemos que el Numancia está para hacer milagros y no sólo en las cuentas positivas del equipo, sino para dar vida a los rivales. Doce años llevaba el Atleti sin ganar el día de las peñas. Hábil Cerezo, que supo elegir al rival.