La FIA reúne hoy a su comité de sabios para decidir si el famoso difusor que algunos equipos están utilizando en este inicio del Mundial de Fórmula 1 se ajusta a la legalidad de la normativa técnica para la temporada 2009, la de los recortes. Parece lo lógico cuando existe tanta polémica en torno a la pieza de marras, que se ha convertido en una de las claves de los dos primeros grandes premios del año. Sin embargo, hay algo que no me cuadra: los mismos equipos que se han quejado sobre el diseño de estos difusores trabajan desde hace ya semanas en otros que los imitan, para intentar aprovechar también sus ventajas. Dicen que es por ir ganando tiempo por si, finalmente, la FIA los admite.

A mí, sin embargo, lo que me parece es que las escuderías afectadas saben ya que esos difusores seguirán adelante, que todo lo que ocurra hoy en París es sólo una pantomima más de la FIA y que Brawn GP, Williams y Toyota han sabido aprovechar los resquicios que un reglamento técnico nunca debería dejar. Vamos, que han sido más espabilados, han sacado ventaja por ello y lo han hecho, además, con el beneplácito de la propia Federación durante el desarrollo de sus monoplazas. Así que al mismo tiempo que protestan, trabajan a la carrera para hacer lo que catalogan como una trampa. No tiene mucho sentido, ¿no les parece? Si tan claro está que esos difusores son fraudulentos, lo razonable sería luchar por su eliminación pero nunca sumarse a la moda. En fin, cosas de la Fórmula 1...