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La Liga está matando a la Liga

La presencia de cuatro equipos ingleses en cuartos de la Champions tiene poco que ver con el azar. La Premier se ha encomendado a un modelo de explotación ejemplar basado en el cuidado extremo del producto que pone en el mercado. Entiende que su competición es un lujo y como tal lo presenta: un márketing impecable, un sagrado respeto al aficionado y un manejo inteligente de los derechos audiovisuales. Fútbol de pago, bien servido al cliente de casa y de fuera, con horarios invariables y fijados con la antelación que dicta el sentido común del buen vendedor.

Enfrente, España mengua con una Liga manoseada por un vicepresidente que presta servicios profesionales hoy en este y mañana en aquel club, que oficia de moderador y contendiente, que incita a romper contratos desde su despacho profesional. La principal fuente de ingresos del fútbol español va de juzgado en juzgado; los horarios bailan a capricho en horas, según convenga a Mediapro; se ofrece media jornada en abierto con unas audiencias paupérrimas; se amaga con chulear autos judiciales; se expone a clubes empobrecidos, algunos en proceso concursal, a cláusulas penales que pueden hacerles desaparecer. De la que fue la mejor Liga del mundo no va a quedar ni el punto de penalti.