El milagro de Brawn GP ya es una realidad

El milagro de Brawn GP ya es una realidad

La Federación Internacional de Automovilismo argumentaba, entre otras razones, los profundos cambios para la Fórmula 1 de esta temporada en la búsqueda de más emoción, nuevas alternativas y diferentes protagonistas. Si realmente era así, al margen de los ajustes obligados por la crisis económica, deben de estar satisfechos porque el GP de Australia se ha cerrado con un nuevo orden de jerarquía en la parrilla. Todavía estoy frotándome los ojos después de ver a dos jóvenes promesas como Button y Barrichello ocupando los primeros escalones del podio, llevando además un monoplaza que hace sólo unas semanas estaba desahuciado y mantenido por un equipo que también parecía condenado a la desaparición. Ross Brawn ha diseñado un coche excepcional, más allá de su polémica interpretación de las dimensiones del difusor, porque sólo así se explica el insultante dominio que han ejercido en Melbourne.

Al margen de que el revolucionario Brawn GP fuera un coche ganador, yo albergaba serias dudas sobre el potencial de sus pilotos, sobre la solvencia que exhibirían más allá de unos entrenamientos, a la hora de la verdad, de la competición. Expertos, por supuesto, pero pensaba que ya algo de vuelta de todo por su edad y circunstancias. Sin embargo, su caso es una muestra más que evidente del poder que la motivación ejerce sobre los deportistas. Si el año pasado con el Honda eran meros comparsas en la parrilla, resulta que ahora el británico y el brasileño viven una segunda juventud, espoleados por la ilusión de un proyecto que parecía no tener siquiera viabilidad en los tiempos que corren.