Galliani, el perfecto equilibrista
A partir del año 94, cuando Silvio Berlusconi se volcó en la política, Il Cavalieri designó en la figura de Adriano Galliani toda la responsabilidad del Milán. Él es el máximo mandatario del club: el que decide los fichajes, el que pone los sueldos a los jugadores y, en definitiva, el que dirige el Milán. Pero siempre pide permiso a Berlusconi en las decisiones más importantes. Galliani pone la cara y Berlusconi, el dinero. El problema es que los aficionados, cuando los resultados no acompañan o los fichajes no funcionan, insultan al primero y no al segundo.
Galliani, a fin de cuentas, hace de equilibrista, por ejemplo, en fichajes como el de Ronaldinho. Galliani no quería traerlo porque sabía que iba a hacer sombra a Kaká, pero el dueño del Milán se lo prometió a los aficionados. Si Valdano adopta este papel en el Madrid con Florentino Pérez podría funcionar mejor porque hay divisiones muy claras. En el Milán hay una división ambigua. Florentino está muy metido en el mundo del fútbol, pero Berlusconi apenas ve los partidos por la tele. Este equilibrio es fundamental para la renovación del club blanco.