El único punto débil de Pedrosa

No me darán el premio a la noticia del año al decir que Pedrosa es un grandísimo piloto. Tres veces campeón del mundo, con un talento inconmensurable, rápido, inteligente y trabajador como pocos. Sinceramente, jamás había tenido la más mínima duda de que llegaría también a la cumbre del título en MotoGP. Pero mi confianza comienza a flaquear, aunque me resisto a perder la esperanza. Y es así por el único punto débil que tiene Dani: su fragilidad en las caídas, traducida en lesiones que frenan su evolución.

No sé si es sólo mala suerte o la consecuencia de un físico menos adecuado que el de sus rivales, pero lo indiscutible es que el catalán pilla con demasiada frecuencia. Mal asunto. Porque esas caídas, las de hacerte daño, las que te tienen de baja y te permiten darle vueltas a la cabeza, son temibles para un piloto. Primero, porque el cuerpo se resiente y a Pedrosa ya empiezan a acumulársele las fracturas y las heridas unas con otras; por si fuera poco, además la moral también puede debilitarse, con todo lo que ello acarrea.