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El Oporto no dormirá hoy tranquilo

El cuerpo me pide caer en el desánimo, recordar las increíbles ocasiones desperdiciadas, el pie de Iker, el poste, el mal bote, el efecto que nunca llegó... Hablar del fuera de juego de Huntelaar en el gol, del agarrón de Ramos y del linier nervioso en la última acción de Agüero. Caer en la rutina de tantos derbis recientes: se mereció ganar, no pudo ser, maldita suerte... Pero me niego a lloriquear como un pequeño cuando el Atleti jugó como un grande. Todos dieron la talla y alguno, como un Pablo enorme, mucho más de lo esperado. Y sí, Kun falló goles que suele y debe meter, pero su partido, como el de Forlán, volvió a gritarle al mundo que el Atleti tiene uno de los mejores ataques del planeta, que te mata en un suspiro, que nadie está a salvo. Miren el gol.

La maniobra de Agüero para, con un toque, sacar limpia la contra fue fabulosa. Aún más si tenemos en cuenta que su víctima fue el imponente Lass. Y Ujfalusi, gran central cuya fachada a veces nos hace imaginarle más tosco de lo que es, se la devolvió sin perder tiempo ni ventaja. El resto fue coser y cantar para las dos figuras. Kun a Forlán y éste a la red. El uruguayo lleva 18 goles como si nada. Lo extraño fue que no volvieran a cantar ni un gol, pero no vean brujas donde sólo hubo un accidente. Abel parece haber dado con la tecla y, cuando más apretaba la soga, el Atleti ha respondido con dos enormes partidos ante Barça y Madrid. No ganó la batalla, pero salió muy reforzado y empezó a ganar una guerra. Si yo fuera hincha del Oporto, no dormiría tranquilo.