Un peligro constante y silencioso
Agüero es Natalie Portman en Beautiful Girls: qué guapa es esta niña, madre mía cómo va a estar de mayor si crece como promete... pero todavía hay que esperar, aún es delito. Forlán es otra cosa, es Cate Blanchett, menos chispeante, pero siempre impecable; un valor seguro que nunca te falla. Con la primera te casarías de juerga en Las Vegas y con la otra montarías una ceremonia por todo lo alto con cientos de invitados para presumir. El uruguayo no es el chico de portada de este Atlético, pero, hoy por hoy, es su futbolista más fiable y el socio perfecto para que Kun crezca gigante. Él mismo lo dice siempre: con Forlán a su lado, el mundo es un lugar mejor.
Fuera del campo parece más un diplomático que un futbolista: vaqueros y sudaderas sin estridencias, políglota y educado, libro en lugar de consola. Tan educado que cuesta imaginarle como líder heroico, pañuelo ensangrentado en la frente y bayoneta en alto. Craso error. Cualquiera que viera su emocionante exhibición ante el Barça, como tantas otras antes, lo sabe. Despejando un córner, persiguiendo 50 metros a Messi para cortar una contra, bajando a enlazar, marcando dos goles. Omnipresente central, lateral, medio, enganche y delantero, el Calderón le despidió entregado. Normal. Y si yo fuera el Bernabéu, le recibiría preocupado. Muy preocupado.