Pésimo, sin plan, vulgar: ri-dí-cu-lo
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Lección del maestro Caparrós. Baño de gloria. El utrerano preparó a conciencia el partido y golpeó con dureza al Sevilla, que subió el nivel de los fracasos firmados recientemente. Porque ocultos por la actual trayectoria liguera, el equipo de Manolo Jiménez suma ya un puñado de decepciones considerables: la no clasificación para la Champions, el lamentable manejo de la eliminatoria copera contra el peor Barça de los últimos años, el espanto con el Fenerbahçe, la broma de la UEFA en Génova y el ridículo de anoche.
Caparrós, con peor equipo, venció a Jiménez en la preparación. El técnico sevillista, obligado por la presión interna y por la falta de personalidad en sus decisiones, no reservó sus armas en la Liga. Y lo pagó. El Athletic estuvo fresco, enrabietado y con los buenos en mejor estado. Jiménez no tenía ningún plan. La prueba es que tras el primer gol puso a calentar a Luis Fabiano. Los cambios, un desastre. Fue incapaz de mejorar el espanto con alguna decisión. Se negó a darle profundidad a los laterales. Dejó fuera a Perotti y Acosta ¿A qué jugó el equipo? A lo de siempre: lanzar la moneda al aire y rezar para que salga cara. La responsabilidad debe compartirla con los futbolistas, que estuvieron TODOS fuera del partido. La línea defensiva fue circense; la apuesta por Fazio, un fracaso; Romaric no apareci Renato mantiene su caída libre; Kanouté, superado; y Luis Fabiano, fuera de forma. Sin actitud, sin fe, sin ganas, sin calidad. Ridículo propio de la época más negra.



