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Todo un privilegio para O'Neill

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La última vez que le pregunté al entrenador del Aston Villa Martin O'Neill por Cuéllar, me dijo lo de siempre: "Va a acabar siendo el central del equipo. Tiene toque, no es alto pero es fuerte, no le da miedo el contacto. Si vale hasta para un Real Madrid". O'Neill siempre entendió que hacía falta un proceso de adaptación que iba a durar casi toda la temporada aunque hubiera sido acelerado por su paso por la liga escocesa. Por ello le utilizaba en la Copa de la UEFA y hasta de lateral derecho en la Premier, pero está entre los 14 o 15 jugadores base del equipo. De hecho, O'Neill no le mintió a Cuéllar cuando le dijo al llegar que para él "era un privilegio contar con un jugador como usted". Así se lo soltó porque así son los códigos de conducta del fútbol inglés.

Y es que además del vaso de vino tras los partidos compartidos con los mánagers, el youneverwalkalone en Anfield o los partidos en Navidad, hay una tradición que el fútbol británico no abandona: el respeto entre profesionales. Borja Valero, al aterrizar en Birmingham el pasado verano, contempló asustado cómo un tipo con pinta de choffeur le llevaba las maletas al coche: era su nuevo mánager en el West Bromwich Albion Tony Mowbrey. Los entrenadores no olvidan que son los jugadores los que les hacen buenos y Cuéllar se ganó el respeto y la confianza de su entrenador desde el primer día.