El Kun, entre el palo y la zanahoria
Anda la familia atlética inquieta por su Kun. Ha perdido la magia y el gol -uno en lo que va de año-. En el club están preocupados y le arropan con reuniones paternalistas en las que se le expresa el máximo apoyo y se le recuerda que es una de las señas de identidad y que tiene que recuperar el protagonismo. Abajo, el entrenador le sustituye con mucho tiempo por delante para acabar el partido porque cree que no está bien físicamente y su cambio podía beneficiar al equipo tácticamente. Sabe Abel que ese cambio no gustó a nadie. Ni a la afición ni a sus dirigentes ni a gran parte de la crítica ni por supuesto al jugador, que se fue del banquillo con permiso de Santi Denia, pero que luego ha pedido perdón a los capitanes consciente de que nunca debió marcharse. Después de un mes escaso en ese banquillo ya conoce Abel con quién se la juega.
La cruz de Aguirre fue dejar al Kun fuera de los partidos importantes y su despido mucho tuvo que ver con ello. Abel está al tanto de la situación pero no va a renunciar a sus ideas ni a sus principios. No termina de entender a los que defienden la titularidad indiscutible del argentino aunque esté lejos de sus mejores registros. Su gran problema es que fuera de forma, como el Kun, tiene a media docena larga de titulares y con todos debería utilizar el mismo rasero para no que no se le pueda reprochar que es más fácil quitar a Agüero que a Maxi. Nadie mejor que el entrenador entiende que la recuperación del Kun es vital para su equipo, pero el jugador también tiene que poner de su parte y entrenarse con un mínimo de intensidad, como parece que ha prometido a su confesor en el club y además de forma inmediata. El Barça y el Madrid le esperan. Es la hora del Kun.