Artistas por debajo del ambientazo
Una cosa es que Juande y Benítez sean unos estudiosos de esto y otra que nos martirizaran ayer con tanto corsé. Tan estudiado tenían ambos el partido que se lo acabaron cargando. Y lo triste es que después de mucho tiempo el Bernabéu tenía el sonido de las grandes noches, sonido que se fue apagando según pasaban los minutos. Tampoco podemos acusar a la pareja de técnicos de no haber sido fieles a sus principios. Seguro que Capello, invitado de honor en el palco, se frotaba las manos. A él siempre le ha gustado que el fútbol esté controlado por los de su especie.
Para colmo, el desgaste físico que exigieron a los jugadores les dejó sin fuelle pasado el primer cuarto de hora. Y entonces ya se jugó en veinte metros cuadrados. Eran las diez de la noche y el público, ansioso de espectáculo, ya se había hecho a la idea de que no era el día. Por supuesto que lo del chorreo que vaticinó el intruso presidente interino, con 3-0 en su porra, era motivo de chanzas. Sólo quedaba esperar a ese pequeño detalle, que dijeron los técnicos, para definir esta eliminatoria. Y vaya que si llegó. Como tenía que ser: falta, cabezazo y a dormir el partido pensando en la vuelta.