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Siete puntos muy diferentes a los del Manchester...

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En Inglaterra el Manchester United tiene siete puntos de ventaja sobre el Liverpool y la sensación allá es que el equipo de Alex Ferguson tiene el campeonato en el bolsillo. En España el Barcelona tiene siete puntos de ventaja sobre el Real Madrid y la sensación aquí es, de repente, totalmente diferente. ¿Por qué? Porque el Manchester da la sensación de estar ganando distancia y el Barça de estar perdiendo gas. Y lo importante es que esta sensación -una mezcla de confusión, ansiedad, pérdida de confianza- no se limita a los madridistas, o al cagometrista en jefe Tomás Guasch, sino que se extiende a todo el entorno culé, sin excluir a los jugadores y al propio entrenador. Es muy difícil entender cómo nace el mal estado de ánimo, y por eso es muy difícil saber cómo acabar con él.

Pep Guardiola, está claro, se enfrenta hoy a su reto más difícil desde que asumió las riendas del Barça. Ya sufre, lo hemos visto. Esa decisión de reemplazar a Etoo por Gudjohnsen a falta de 25 minutos, con el resultado 2-1 en contra, es una señal inequívoca de que el desquicio en el campo se había extendido al banquillo.

Es tremendo cómo, de la nada, ha surgido la posibilidad de que todo, todo lo que hemos dicho, casi todos, sobre el Barça y el Madrid, durante toda la campaña, puede que caiga en el ridículo total; que se pueda repetir lo que pasó con los Galácticos hace exactamente cinco años. O puede que no. Puede que el Barça recapacite. Pero, pase lo que pase, lo que nos hemos visto obligados a ver una vez más es que los dioses del fútbol son enigmáticos, insondables, irreducibles a la razón humana.