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Lo que daría Capello por britanizarle

Una vez le escuché a Azkargorta bromear sobre la fórmula infalible para hacer fortuna en la familia: preparar a un hijo para ser portero en Brasil. El plan también vale para Inglaterra, país donde nada queda ya de Gordon Banks, Ray Clemence o Peter Shilton. La carestía ha llevado a Capello a proponer la britanización del navarro Almunia para entregarle la puerta del Imperio. Imaginen lo que daría por Pepe Reina, muy bueno en términos absolutos y sublime si se le juzga en el favorable contexto de la Premier League, a pesar de ese puntito de irregularidad que debió heredar de su padre, al que, por cierto, casi triplica ya en presencias con la Selección.

Reina se vio en la portería del Barça con sólo 18 años. La gran ocasión en el peor momento: Figo acababa de marcharse al Madrid y Gaspart, aturdido, daba palos de ciego. En uno de ellos trajo a Bonano y Reina tuvo que marcharse al Villarreal, el verdadero principio de su carrera, marcada por una competencia extrema: en el Barça mantuvo desde niño un larguísimo sprint con Víctor Valdés y en la Selección con Casillas. Dos compañeros de generación temibles que probablemente le condujeran a Liverpool, pero que le han hecho mejorar. En Anfield es indiscutible. En la Selección, un suplente que hace grupo y esconde su ego tras un humor envidiable. El arte de esperar casi sin esperanza, en el que es imbatible.