Quiniela de pleno al quince
Antes de que llegaran los goles del Espanyol en el Camp Nou, el Bernabéu ya se había entregado. Y lo había hecho porque su equipo jugaba bien al fútbol, arrollaba y goleaba con aires de campeón. La exigencia del público madridista no es tal cuando se hacen bien las cosas. A Juande le ha costado entender que en casa debe sacrificar la seguridad defensiva por el espectáculo. Con Gago creciendo cada día y tres puntas en estado de gracia, el Madrid liquidó el partido por la vía rápida.
Siempre decimos que el fútbol es un estado de ánimo y ayer se percibía en las gradas. Es tal la dependencia mutua de Madrid y Barça que el menor atisbo de debilidad del rival se convierte en una inyección de moral propia. Ayer le cayeron seis al Betis en 45 minutos porque los blancos sabían que los de Guardiola no habían vivido su mejor semana. No valía estar ganando y que el líder no pasara del empate, necesitaban apabullar para que las dudas crecieran en los azulgranas. Por eso el rugido del estadio cuando marcó De la Peña, por eso el desenfreno en buscar la portería contraria. Y llegó la recompensa del pleno...