Garay está jugando con fuego...

Conste que hace dos años me quedé prendado con este central espigado, técnico, con porte, estiloso y resolutivo que sepultó al Madrid en El Sardinero firmando dos goles de penalti en el famoso partido de Turienzo Álvarez. Tampoco olvido un golazo que le metió a Casillas en el Bernabéu con un obús que nos hizo preguntarnos a todos: "¿De dónde ha salido este Garay?". Por el apellido pensé que sería vasco y que inexplicablemente el Athletic o la Real Sociedad le habrían dejado volar. Pero miré su DNI y vi que no. Argentino encastado, con buena salida de balón y pegada de mula, que dejó huella en Newell's Old Boys.

Por eso me entusiasmó su fichaje, adelantándose al Barça por una simple cuestión de liquidez: el Madrid pagó diez 'kilos' al contado y ellos sólo podían dar 16 en 'incómodos' plazos. Mantenerle un año cedido era una buena idea a priori. En el Racing iba a tener cuarenta partidos entre Liga y UEFA con Muñiz, un buen técnico que le ayudaría a progresar. Pero el chico no ha asimilado este año de transición. Se lo ha tomado como un receso en su carrera y, en vez de tener hambre, ha ido poniéndose en evidencia. El domingo debió estar frenando a Messi y no comiendo pipas en la grada. Mal camino, amigo Ezequiel. Al Madrid se entra por la puerta grande...