Ya no valen los paños calientes

Ya no valen los paños calientes

No agobia el calendario. La plantilla ha tenido toda una relajada semana para entrenar y descansar. No ha habido, tampoco, agotadores viajes. Curiosamente, no hay lesionados, que puedan perturbar los cambiantes planes tácticos del entrenador. Nos enfrentamos a un equipo, teóricamente, inferior. Jugamos en casa. ¿Alguien da más? No hay excusa posible para justificar todo aquello que no sea ganar al Valladolid. Jugamos mal. El antaño letal ataque, se ha contagiado del errático centro del campo y la pésima defensa, pero no olvidemos que arriba tenemos a extraordinarios jugadores. Auténticas estrellas, que han sido capaces de suplir con goles, las carencias de este rutilante Atlético.

Los jugadores tienen el deber moral de ganar ante unos aficionados que aún nos negamos a asumir un nuevo fracaso. En un mes hemos dilapidado gran parte de las ilusiones. Como seguidor del Atlético, me siento tremendamente desencantado, porque esta vez parecía que sí. Ha faltado un mes para volver a caer en el desánimo de siempre, en la conocida frustración de todos los años. Pero me niego a caer en el catastrofismo. Todavía hay tiempo y la primera ocasión la tenemos el domingo.