Accidente entre las manos
La semana pasada nos sorprendió con varias noticias sobre accidentes en los Alpes, donde cinco personas perdieron la vida en diferentes lugares y por diferentes motivos, y también en España, donde los equipos de rescate tuvieron que evacuar a tres personas, en Huesca y en el Moncayo, aunque por fortuna llegaron a tiempo. Lo más sorprendente fue la noticia, que más parecía propia de los Alpes o incluso de los Pirineos, de la sierra madrileña. Pero la cruel realidad es que un joven montañero murió sepultado por un alud de nieve en la zona del Tubo Central, que asciende desde la laguna a la cumbre de Peñalara. Al parecer es el primer caso de fallecimiento por alud documentado en la Comunidad de Madrid. Todas estas noticias ponen de relieve la oportunidad del libro escrito por mi buen amigo el teniente coronel Alberto Ayora, y cuyo título es La Gestión del Riesgo. Alberto escribe sobre un tema que conoce muy bien, por su profesión y por algunas experiencias dramáticas que ambos compartimos, del Karakorum a la Patagonia.
La primera obviedad que nos descubre su lectura es la de que cualquiera podemos sufrir un accidente, sea en la montaña o en la carretera, y no como muchos piensan, mientras escalan, esquían o conducen, que es algo que sólo les ocurre "a los otros". El riesgo cero no existe, ni en la escalada, ni en la montaña, ni en la carretera, ni en la vida. Asumirlo sin complejos supone saber gestionar el riesgo con el que debemos convivir, algo que es aplicable a todo tipo de actividades, incluidas las empresariales. Hay que saber comprender los retos y los peligros a los que nos enfrentamos, y luego, si es necesario, saber renunciar a tiempo. Muchas veces los accidentes más graves se producen por no haber sabido decir "no" en el momento clave. Este invierno, por ejemplo, está siendo especialmente adverso por las nevadas, pero, a pesar de las advertencias, muchos han decidido seguir adelante a pesar del riesgo de aludes. A veces nos descuidamos porque el entorno nos parece seguro; por ejemplo, montañas cercanas que tenemos catalogadas como sencillas y bajas.
Pero ya hemos comentado aquí que cualquier montaña puede ser peligrosa. De la misma forma ocurre en la carretera. Saber "leer" el paisaje supone prever que pueden caer avalanchas, cuál es la ruta más sencilla o por dónde podemos descender más rápido en caso de retirada. Tener un plan B en cualquier circunstancia siempre es aconsejable. Y si importante es saber leer el peligro y evitarlo, tanto o más lo es el reaccionar acertadamente para que sus consecuencias sean menores. Está estadísticamente comprobado que, en caso de accidente, sólo un 15% reacciona adecuadamente, mientras un 70% espera a ver qué se puede hacer, o que alguien le diga algo, y el otro 15% se bloquea. Elegir retos adecuados a las posibilidades de cada uno, poner los medios para sortear los peligros, prepararse para las dificultades que se van a presentar y formar un equipo eficiente, son algunas de las claves que diferencian el éxito del fracaso y, cuando hablamos de aventura, la vida de la muerte. Lleven cuidado, no se acobarden, pero sean prudentes y disfruten del invierno.
Sebastián Álvaro, creador de Al Filo de lo Imposible.