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La condena de vivir en desventaja

Muy interesante el libro de José María Minguella, Casi toda la verdad. Todavía más para los iniciados que pueden alcanzar a entender claves que el autor sugiere con elegante malicia. Si se quisiera leer con detenimiento, sobrevolando anécdotas para dar categoría a lo importante, también el libro ayuda a extraer conclusiones bien gordas. Cuenta Minguella que el Barsa le encalomó a un propio (periodista por más datos) 25 millones de las lloradas pesetas por ¡organizar una reunión con los dirigentes de River Plate! Ni la de la ONU cuando Krutchev golpeó la mesa con el zapato salió tan cara.

Y nos detalla el dueño de aquel mostacho que perdió en la tele por apostar a favor de la renovación de Cruyff, una de Ramón Mendoza que en bruto ya sabíamos: el presidente del Real Madrid en lugar de negociar a la baja los contratos de los futbolistas que quería fichar, se los subía. Verbigracia Dubovski: aceptaba 35; eso no puede cobrarlo un futbolista del Real Madrid. Y le dio 50. Claro, luego vienen las asambleas bufas, los destrozos económicos, las quiebras requiebras camufladas y las operaciones de salvamento. Todo porque una absurda Ley del Deporte excluye de la horca societaria a esas entidades en las que se permiten desmanes como los que cuenta Minguella.

Mientras, el Club Atlético de Madrid recibe el único liderazgo desdeñable al constituirse en la primera Sociedad Anónima Deportiva de España. Malo para los aficionados, que perdieron su vieja condición de socios, y malo para los propietarios que luchan en desigualdad con los favorecidos por el capricho político. Así que en justicia: o todos como sociedades (algo que no ha funcionado, es evidente) o todos como clubes, con un control más exigente de la gestión. Pero está Zapatero como para ponerle el vestidito a esa muñeca que va en pelota picada.