Alonso es un atleta al volante

Alonso es un atleta al volante

A menudo tengo la sensación de que muchos piensan que lo de correr una carrera de coches, incluyendo de Fórmula 1, de esfuerzo deportivo tiene lo mismo que el mus. Vamos, que el ejercicio lo hacen los caballos de potencia del motor y que el piloto tiene un desgaste parecido al de nosotros cuando cogemos el volante en la M-30 para ir a comernos una tortilla a la Casa de Campo. Cierto es que físicamente resultan más exigentes otras disciplinas. Merendarse un puerto de montaña en los Alpes sobre una bicicleta o correr un maratón a 40 grados, entiendo, debe ser más duro para el cuerpo (que no para la mente) que chuparse dos horas de gran premio. Pero eso no quiere decir que el automovilismo (y por supuesto el motociclismo) sean disciplinas de una alta exigencia. Fernando Alonso, como nuestro máximo exponente del mundo del motor, es un auténtico atleta, como demostró ayer para sorpresa del mismísimo Carlos Sastre, todo un ganador del Tour.

El asturiano se cuida tanto o más que la mayoría de los deportistas de élite. En esta pretemporada, por si fuera poco, se ha planteado el desafío de bajar unos kilitos, no porque le sobraran sino porque le venía bien a Renault para neutralizar el exceso de peso que supone el dichoso KERS. Fernando ha elegido la bicicleta como cómplice para alcanzar su objetivo y no es por casualidad. Es un gran aficionado y en AS lo sabemos con conocimiento de causa: cuando todavía era una promesa por la que sólo unos cuantos apostábamos, Carlos Miquel se lo llevó a un inédito Angliru para saber si era capaz de subírselo. ¡Y vaya si lo hizo! Su forma física ha sido siempre envidiable y este año ha reforzado su preparación consciente de que resultará una temporada decisiva. Ayer no tuvo complejos en pedalear con Sastre y su equipo, algo que no estaría al alcance de la mayoría. Él, desde luego, ha cumplido su parte del trato durante el invierno. Ojalá que tanto trabajo no sea en balde...