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El Poli, vencedor moral

Murió el Poli en el área del Espanyol, que no hace tanto fue campeón de la Copa. El global de la eliminatoria refleja un empate técnico, reparto de triunfos (3-2 en Santo Domingo y 1-0 en Montjuïc) y esa fórmula del valor doble de los goles como único juez. Pero en el fútbol hay un enorme cementerio de vencedores morales, un lugar donde el derrotado puede recordar con orgullo lo que pudo ser y no fue. O lo que debió ser. Porque este Poli, envalentonado equipo de Segunda B, arrinconó a uno de los clubes con más solera de Primera y llevó un miedo más que razonable a las gradas del Olímpico. La apretada corbata de Mané da fe de ello.

Pero esto es así. Pasa el Espanyol y el pobre vuelve a sus labores. Ya sólo les quedará la memoria. La rabia por aquel penalti que pudo ser y cayó al limbo, esa ocasión que quedó en un uy... El tiempo transformará todo eso en el mejor recuerdo para unos futbolistas humildes que hicieron historia. A Lucas Cazorla, entrenador malagueño de Poli, y a que equipo sólo les puedo felicitar. Porque lo dieron todo, porque nunca renunciaron al buen fútbol como camino para la proeza. Honores al Poli y a los dos centenares de valientes que se pegaron una paliza de El Ejido a Barcelona para dar su aliento a los Gaitán, Molina, Antoñito, Juli, Robles... Grandes.