Cristiano está loco por venir
Si yo fuera Ferguson también estaría cabreado. Él es el primero que sabe las intenciones de su estrella. Hacerse el ofendido no conduce a nada. El precio de Cristiano lo fijarán el mercado y los intereses de los representantes, que se lo venderán al mejor postor. Y hoy por hoy, al margen de quién ocupe la presidencia del club, el Madrid es el candidato ideal. Lo que pasa, y ya lo denunció con tino Benítez, es que Sir Alex está acostumbrado a mangonear en Inglaterra y le sienta mal que le paguen con la misma moneda. ¿Cuántos jugadores ha tentando él?
Pero, aunque sea difícil de creer, la clave de todo está en la ilusión que le hace a Cristiano jugar en el club blanco. Esos familiares cercanos, rendidos al enviado especial de turno que pregunta sobre el futuro blanco del delantero, no posan. Ellos, de origen humilde, ni saben mentir ni formarán parte de las negociaciones de futuro. Ellos hablan por boca del jugador y conocen las ganas que tiene Cristiano de triunfar en el Bernabéu. Pero esas ganas del protagonista las debería administrar de forma sabia el Madrid, no vaya a ser que, con tanto precontrato cerrado, se acabe yendo todo al garete.