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Si el pobre Desnica supiera...

Va para veinticuatro años y lo recuerdo como si fuera hoy. Ya saben, la memoria, dice algún amigo mío, es el talento de los tontos. No me refiero a los saltos y al golazo de Santillana ni a los de Juanito y Valdano que le acompañaron aquella noche, sino a la leyenda que creció en torno a la figura de un jugador rival. Tenía el Rijeka un extremo habilidoso llamado Desnica al que el miedo escénico le pudo más que al resto. Al punto de que se pasó el partido perdiendo tiempo de forma descarada. Tras una primera amarilla y tres o cuatro advertencias más del árbitro, acabó viendo la segunda y, por tanto, la roja. Justa.

Expulsado. Eso, que vimos en directo cien mil almas, se convirtió en chiste fácil: el árbitro era tan casero que echó a un sordomudo por protestar. El chaval era sordomudo. Cierto. Un colaborador de García le advirtió desde el estadio. Y claro, vio que la ocasión la pintaban calva para hacerse el gracioso y alimentar la teoría de que los árbitros que pitaban al Madrid venían con consigna de echar una manita.

Lo mejor era deformar la realidad, decir que al pobre le echaron por piar. ¡Imagínense el escándalo!, proclamó largos meses García. Para contar toda la verdad, he de decir que el jugador sí protestó, con gestos más que con voces, pero cuando ya había sido expulsado. Ahí sí la armó viendo que dejaba al equipo con diez. Lo otro, la historieta alimentada durante años, pura trola.