La FIA queda bajo sospecha
La primera reacción que he tenido a que la FIA permita mejorar el motor del Renault ha sido de satisfacción. Mira por donde, he pensado, por una vez Max Mosley no va a tomar una decisión que favorezca a los de siempre. Pero a medida que ha ido pasando la mañana esta buena nueva se me ha empezado a torcer. ¿Por qué sólo a Renault? ¿Y qué pasa con los demás? ¿Y por qué todos aceptan tan resignadamente una decisión tan partidista, especialmente Ferrari y McLaren?
Este rompecabezas solo tiene dos posibles explicaciones. La primera es que Briatore haya apretado a Mosley y Ecclestone con la marcha de Renault si no le dejaban evolucionar su motor, postura que hubiera provocado una inmediata rebelión en la F-1. La otra, observando la complicidad de todo el paddock con la FIA, es que estos equipos han mirado hacia otro lado porque tienen algo que esconder, algún tipo de trampilla (¿habrán desarrollado los motores?) de la que Renault no ha sido cómplice y ellos sí. Lo que queda claro es que cuando algo empieza mal, acaba mal. La norma de no dejar desarrollar los motores era una chorrada y tendría que haber sido eliminada, y si este posible favoritismo a Renault ha sido para tapar las vergüenzas de todos los demás, ha sido peor el remedio que la enfermedad.