Honda ha dado el primer aviso
La crisis mundial ya ha llegado a la F-1 tras anunciar Honda su retirada. En realidad la actual recesión no ha hecho más que acelerar algo que se veía venir hace mucho tiempo (desde el 2000 han desaparecido diez equipos) y es que la actual F-1 es una fábrica de despilfarro. Pero no sólo me refiero al malgasto en lujos absurdos, también a la sinrazón tecnológica y reglamentaria en la que está inmersa esta competición. Por ejemplo, desde 1950 la reglamentación de motores ha variado al menos doce veces, cuatro en este siglo ¿Quién es capaz de amortizar la tecnología a este ritmo de cambios? La FIA ha impuesto continuamente reducciones de cilindrada y cilindros para aminorar la velocidad y los costes de los coches pero al final corren igual y cuestan mucho más.
En 2005, en Silverstone, con los motores de 3 litros V10, Fernando Alonso hizo el mejor tiempo con 1:19.905 y en 2007, con los nuevos motores de 2.400cc V8, Lewis Hamilton hizo 1:19.997. ¿Cuánto ha costado recuperar cada segundo con los dos cilindros perdidos y 600cc menos? Algunos dicen que los propulsores ya cuestan 25 millones. Hay que limitar la electrónica y la aerodinámica y respecto a los motores se puede utilizar una normativa semejante a la GP2 o a las World Series, solo se perdería uno o dos segundos. Está bien lo de los Cosworth a 5,5 millones aprobado por la FIA, pero nunca monomarca. Lo siguiente tendrá que ser rescatar el viejo concepto de escudería de los sesenta y así todo ya veremos, que los patrocinadores todavía no han dicho nada.