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Pasar página, la de Villar incluida

No hubiera sido el genuino Atlético si hubiera resuelto un partido tan confuso y silencioso de manera arrolladora como se podía deducir de su impulsiva primera parte. Fiel a sí mismo, a su historia y tradición, sufrió para clasificarse hasta el último centro que cayó en su área. Y lo mejor que pueden hacer el club y los atléticos es olvidar todo lo sucedido desde aquel 1 de octubre de infausto recuerdo. Mejor pasar página para no flagelarse con posturas desleales como la de la Federación y su presidente. Ángel Villar ha sido el único que no abrió la boca para solidarizarse con el Atlético. El amigo invisible de Cerezo no se atrevió a enfrentarse a Platini. Le importaba más su cargo en la UEFA que la desproporcionada sanción a un club español.

Por lo menos, Villar es sincero y coherente con lo que piensa. Ayer explicó por qué no echó una mano al Atlético. "La sanción no me parece justa ni injusta. Ni me parece una cacicada, sinceramente. Pongo la mano en el fuego porque Platini no tuvo nada que ver en la decisión". Mientras, en el club, silencio absoluto. El mismo que presidía el Calderón por culpa de la sanción de los amigos de Villar. Menos mal que el vicepresidente Lázaro Albarracín tuvo un ataque de rebeldía y criticó públicamente la postura de la Federación y la falta de apoyo que había prestado a su club. Por cierto, Villar no estuvo anoche en el Calderón al lado del Atlético. Hubiera sido una buena forma de comenzar su nueva legislatura. Oficialmente estaba de viaje. ¿Y cuándo no?