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El harakiri en versión deportiva

S i el buen momento del basket despertaba recelos en algún sector, que lo tomen con calma: sus propios dirigentes han optado por hacerse el harakiri, admitiendo una Liga ACB con número impar de equipos (17) que siembra confusionismo en los aficionados e impide que la clasificación sea una referencia válida. Ya no se sabe si el primero o el último ocupan de verdad esas posiciones, porque hay otros equipos con igual balance, pero menos partidos jugados. Un modo magnífico de animar al personal a interesarse por otros asuntos más sencillos.

Una competición que ya era compleja para muchos, por su fase regular y playoffs, se convierte así en jeroglífico permanente, difícil de seguir, incluso, para los expertos. La Liga ACB presume de ser la mejor del mundo tras la NBA, pero puede sufrir una recesión tan fuerte como el sistema hipotecario americano. Empiezan a unirse demasiados factores negativos. Flojas audiencias, falta de identificación del público con los jugadores de sus equipos, escasa trascendencia de muchos resultados, lentitud y parones excesivos en los partidos Lo peor para un espectáculo es aburrir, y mucho me temo que el baloncesto empieza a fomentar demasiados bostezos.