Técnicos que no molesten
Hace tiempo un veterano técnico me confesaba con cara de negarlo a los dos minutos que no hay mejor entrenador que aquel que molesta lo menos posible al equipo. Añadía no sin razón que la labor del técnico es trabajar sin estridencias ni altavoz durante la semana, ordenar lo mejor posible a sus hombres en la pizarra sin volverles locos con flechas de cinco direcciones... y esperar que en el fin de semana los verdaderos protagonistas lo hagan lo mejor que lo sepan hacer. Siguiendo esas directrices, el entrenador tendrá más posibilidades de llegar a la victoria si los que juegan son buenos que menos buenos. Trasladada la moraleja al Atlético no hay que ser doctor honoris causa por ninguna universidad de prestigio para saber que con Simao, Agüero y Forlán en el equipo tienes más posibilidades de ganar que si los tienes sentados en el banquillo o aparcados en la grada.
No tenía Aguirre ayer otra alternativa que poner en el campo lo mejor que tiene. Se le habían acabado las disculpas y las coartadas. La afición estaba con los garfios afilados, a Cerezo ya se le habían acabado las cantinelas para salir del paso y a Miguel Ángel Gil la M-30 por la que pasea durante los partidos. Cabe pensar, incluso, que en los próximos partidos mantenga un mínimo de coherencia y conceda otra oportunidad a un once, el de ayer, que con sus defectos en los laterales, sus carencias en la circulación del balón y sus urgencias históricas, parece preparado para la escalada.