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Juan Mata: el hijo soñado

Es pequeñito, mono y bien parecido", le escuché decir a una señora al verle salir de Mestalla. Mata tiene la imagen de ese hijo que toda madre quisiera tener. No es extravagante en el vestuario. Es educado y correcto en el trato. Es humilde, no va de divo, se quita importancia y como encima es pequeñito pasa desapercibido. Cuando va en su coche, se tiene que subir el asiento para parecer que tiene la mayoría de edad y que ya puede conducir. Encima es buen estudiante y el fútbol no le ha apartado de los libros (cursa Marketing e INEF). Su madre tiraba para la coral de canto, pero el fútbol en las venas del padre tiró más. Y de casta le viene al galgo, aunque Mata hijo está catando el fútbol que gusta, porque el padre transitó por campos más angostos: Cartagena, Salamanca

Y por si faltaba algo, es futbolista. Y es agradecido: sabe que le criaron bien en la cantera del Madrid y se levanta el sombrero para la estructura de formación que tiene el club blanco. El contrasentido es que no le aprovecharon. Todos no pueden llegar, pero, del exceso de camadas o del defecto de visión madridista apareció Mata en Valencia. José Ramón Fuertes, que ya no está en la secretaria técnica del club, fue su mentor desde siempre y por él llegó al conjunto de Mestalla. De las pocas herencias buenas que dejó Koeman, ésta es una: haberle dado una camiseta a Mata. Otro pequeñito que alza el vuelo en la Selección: Xavi, Silva, Iniesta, Mata, Villa son como un enjambre de avispas. Las sueltas y te matan a picotazos.