Los niños del Aleti, héroes pequeñitos
Es tan obvio lo de Pamplona el pasado domingo que me ahorro comentarlo. A base de ver muchas veces lo mismo tras atisbos de otra cosa, tal que en Anfield, llevo cada vez peor lo del retorno a la mediocridad. No tanto por mí, lo digo de verdad, como por la inmensa pandilla infantil que está con el Aleti. Los de mi quinta y hasta los de una generación después, hemos conocido al Aleti fetén y si lo de ahora es triste, la memoria es alegre. Con eso tiramos. Excuso incorporar a los que vieron a Ben Barek o las dos finales del Bernabéu contra el campeón de Europa porque esos ya se han dado un par de vueltas por el cielo antes de palmar. Por diferentes vías, me llega la misma historia; les ha pasado a Mencía, a Jorge y Jaime, también conocidos en el ámbito de Moratalaz como Bambino y Bravido. Niños que van a colegios más bien pipis, clase media-alta que es decir dominio blanco, todo él atizado por la tópica crueldad infantil.
Es cierto que eso no se da en los barrios de afuera como pude comprobar con satisfacción el sábado en Vallecas, pero el resto se hace valiente, leal, firme y distinto, de tanto defender en minoría a un equipo que no gana. Hasta que esos niños no vayan a Neptuno para ver que la felicidad trae sus colores y Madrid pueda recordar lo cabal de una fiesta, lo que se les está haciendo es algo que Relaño me prohíbe escribir aquí atendiendo al libro de estilo pero que se prodiga en las casas de lenocinio. No se lo merecen.