A Ramos le vence la presión
Mala terapia de grupo han hecho con Sergio Ramos. Desde que se sincerara en este diario, no levanta cabeza. Lejos de protegerle, algunos compañeros fueron a saco a por él. Tampoco ayudó que Schuster dijera sin decir. Todo ello le dejó a merced de unas críticas que estaban guardadas en espera de que patinara. Me cuentan que Ramos lo está pasando mal. Se siente solo y desubicado. Eso se refleja en el campo. Ha perdido la frescura en ataque y duda cuando debe defender. Es como si quisiera hacer todo de forma académica y, claro, él es un jugador de instinto, de fuerza, al que le cuesta trabajo cumplir como un simple lateral al uso.
Distinto es su facilidad para ver tarjetas. Ayer pisa el pecho de un rival y se arrepiente de inmediato. Algo tarde cuando te ve alguien tan quisquilloso como Iturralde. Si Ramos es uno de los más tarjeteados, será por algo. Tiempo ha tenido para serenarse. Tras ser expulsado, apenas reaccionó, ni para protestar. En ese pisotón absurdo e infantil se reflejaba la impotencia acumulada. Y es el momento de preguntarse si Sergio tiene el mejor entorno, porque ahora se echa de menos el asesoramiento de los que se llevan un sustancioso porcentaje cada vez que el club le mejora el contrato...