Corrige un defecto y genera otro
Un sueco descarado evitó de mala manera que a estas horas el Atlético ya esté en octavos y a sus jugadores el placer y el orgullo de haber podido contar a sus hijos y a sus nietos que ellos jugaron en el legendario Anfield... y además ganaron. Lo tenían ahí. Se lo habían ganado a pulso con un partido oscuro, pero serio, peleado, rocoso y la decisión caprichosa de un juez de línea les quitó la oportunidad de hacer historia. Árbitros aparte, el decoroso y práctico partido de su equipo ayer deja a Aguirre en una encrucijada que sólo a él corresponde solventar. Sea cual fuere el resultado final, la realidad es que su decisión de dejar en el banquillo a Agüero se me antoja temeraria.
Los grandes jugadores están para los grandes partidos. Y Agüero debía haber sido ayer titular en Anfield. Aunque sea tarde, el técnico ha asimilado que cuando su equipo es más competitivo es cuando juega con tres centrocampistas centrales, o lo que es lo mismo con medios puros, de oficio. Ya le estaba saliendo bien la táctica en Villarreal hasta que a Banega se le fue la cabeza y se autoexpulsó y ayer le volvió a resultar procedente. Ante un Liverpool que juega con cinco hombres en la zona ancha, el partido pedía que el Atlético equilibrara ese medio campo y lo hizo. El problema es que Aguirre para jugar con ese modelo prescinde de Kun. Corrige un defecto táctico pero provoca otro que puede ser más grave. Sólo a él corresponde encontrar la solución. Para eso le pagan. ¿Y no habrá otro para quitar que no sea Agüero?