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El hándicap de estar muy visto

No se rinde y, posiblemente, nunca se rendirá. Raúl se agarra a su completo repertorio profesional para no perder su lugar. Nadie mejor que él sabe que en su caso, más que la edad, lo que realmente le ahoga es el paso del tiempo, el desgaste físico y mental de quince años en el escaparate y por consecuencia estar ya demasiado visto. Su hándicap son sus 31 años, pero también sus casi 700 partidos y casi 300 goles vestido de blanco. Y sus 102 internacionalidades, en las que se besó el anillo del gol en 44 ocasiones. Raúl se recupera malamente del golpe más duro de su vida -no disputar la Eurocopa-. Él, que de niño tenía una camiseta de España en su habitación y decía que su equipo era la Selección antes que el Atlético o el Madrid, del que se hizo ya mayorcito, nunca superará el trauma de ver cómo su país ganaba la Eurocopa y él lo tenía que ver por televisión.

Hay un antes y un después en su vida desde que Luis Aragonés le relegara a un segundo plano. Después de ese golpe, que ahora tenga que entrar en las dichosas rotaciones como uno más es pecata minuta. Nada puede encontrarse ya en su futuro deportivo peor que lo sucedido. Ahora, todo lo comprende mucho mejor. Y es consciente de que Van Nistelrooy, hoy por hoy, es una garantía de gol; que Robben se hace imprescindible por ser el único extremo de la plantilla; que Higuaín empuja con tanta calidad como despliegue físico... y que ya no puede sentirse imprescindible... aunque a veces pueda parecerlo.