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El ineficaz y manoseado reglamento

La semana pasada disfrutamos en Spa de una de las mejores carreras de los últimos años, y también fuimos testigos de una de esas estupideces incomprensibles que tolera el reglamento de Mosley y Ecclestone y que permite la posibilidad de alterar el resultado de una prueba una vez que ésta ha finalizado. Es difícil entender la sanción a Lewis Hamilton, ya que su maniobra, de principio a fin, es magistral. Primero, por la superioridad humillante demostrada por el británico en la conducción sobre mojado. Segundo, por el atrevimiento que tuvo al intentar pasar a Raikkonen por el exterior. Y tercero, por la inteligencia y la destreza exhibida en la maniobra de la recta. ¿Que debió frenar en la segunda curva? Con el firme en esas condiciones hubiera chocado con Kimi y utilizó la única escapatoria posible. Por cierto, ¿sí fue lícito cómo utilizó el finés la escapatoria del Pouhon?

Pero todavía más complicado de entender es la sanción a posteriori. Según entendieron los tres jueces (por cierto, no profesionales) no se podía aplicar el artículo 16.3 en ninguno de sus tres apartados, así que aplicaron el 16.4b que es el de los 25 segundos. Lo de 16.4b ya de por sí suena a remiendo sobre un recosido, chirría a chapuza. Si no hubiera existido este artículo se habría aplicado el 16.3, que en su tercer apartado recoge la posibilidad de retrasar diez posiciones de parrilla en la siguiente carrera, norma que permite no manosear el resultado final. ¿Se imaginan que la última Eurocopa se hubiera decidido en un despacho?