Capitán, sigo creyendo en ti...

Capitán, sigo creyendo en ti...

Raúl no está en edad de jubilarse para el fútbol de élite, aunque muchos piensen lo contrario. Hasta donde la memoria me llega, jamás un jugador superlativo como él dejó la alta competición con sólo 31 años. Como hay muchos madridistas instruidos, sé que más de uno habrá dicho al leer estas líneas: "¡El Buitre se fue del Madrid a esa edad!". Cierto. El famoso e inolvidable homenaje de Butragueño en el Bernabéu ante el Roma (15-6-1995, quedaron 4-0) aconteció unos días antes de que la leyenda viva de los mejores años de nuestras vidas cumpliese 32. Pero existe un matiz fundamental que diferencia a Butragueño del que, paradojas de la vida, fue su digno sucesor.

Raúl siempre fue consciente de no poseer el talento natural, la genialidad en estado puro al detenerse en el área y el duende que el Buitre tenía. Pero Emilio era un ángel ingrávido que jamás disfrutó de un físico privilegiado. Al contrario. Por eso prefirió emigrar a Celaya (México) para disfrutar de una experiencia personal y profesional única y no tener que arrastrarse en el escenario en el que durante once años fue mito, no jugador. Sin embargo, Raúl ha trabajado su cuerpo desde que debutó en Zaragoza hace 14 años como si fuese un psicópata del culto a su anatomía. Raúl ha echado horas extras en las camillas de los fisioterapeutas para prolongar su carrera deportiva. Por eso lleva toda la semana en el gimnasio. Ronaldinho lo hacía para dormir. Raúl para estar más despierto. Tiene mentalidad de boina verde y no nos dejará hasta que gane otra Champions y un par de Ligas más. Capitán, sigo creyendo en ti. Tú puedes