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Fosbury hizo la revolución

El estadounidense Dick Fosbury revolucionó el atletismo en los Juegos Olímpicos de México 1968. Era un chico de 21 años, rubio y larguilucho, que introdujo un estilo de saltar altura al que dio nombre y que consistía, gran sacrilegio, en ¡franquear el listón de espaldas! El atleta de Portland se proclamó campeón olímpico, pero nunca pudo batir el récord mundial: saltó 2,24 metros y el soviético Valeriy Brumel (ucraniano) lo tenía en 2,28. Sin embargo, inauguró una nueva era en su especialidad. Aquella final olímpica marcó un antes y un después en la prueba. Pero entonces no se sabía. Muchos opinaron que aquello era un ejercicio circense que se limitaría a su inventor. Una mera anécdota.

Pareció que tenían razón cuando cuatro años después, en los Juegos de Múnich 1972, venció el soviético (estoniano) Juriy Tarmak con la técnica antigua (rodillo)... aunque, entre las chicas, Ulrike Meyfarth, una alemanita occidental de 17 años, sí venció con el estilo inventado por Dick Fosbury. Lentamente al principio y vertiginosamente después, saltar de espaldas pasó de excepción a norma. El 11 de julio de 1973, en Múnich, otro estadounidense, Dwight Stones, conseguía el primer récord mundial oficial con el flop: 2,30. Alternó ambos estilos en aquella competición, pero cuando llegó la hora de la verdad atacó la barra con la nueva técnica. Ahora el rodillo sólo está en los libros de historia.