"¡Qué bello es vivir!", en versión para el ciclismo

Todas las Navidades nos reponen ¡Qué bello es vivir! Una gran película de Frank Capra que nos narra una historia un poco pastelera, pero que apela a los mejores sentimientos humanos. James Stewart se pasa la vida ayudando al prójimo, aparcando siempre sus ambiciones para satisfacer las necesidades de los que tiene al lado, hasta que, llegado a una situación límite, son todos los demás los que se vuelcan solidariamente para salvarlo del suicidio. Ojalá todos fuéramos así.

Yo creía que estas cosas no pasan en el mundo real, pero, salvando las distancias, en este Tour le ha sucedido a Carlos Sastre, un ciclista que siempre ha puesto la solidaridad y el espíritu de equipo por encima de sus propios intereses, muy pendiente de sus rutinarios entrenamientos y poco de los altavoces mediáticos. Pero en el fondo sí tenía sus sueños deportivos. Por eso se marchó del Banesto y de la ONCE. Pero siempre caía en su propia red, siempre había alguien para quien trabajar. Hasta este año. Esta vez han sido otros los que se han volcado con él. La honradez, la fidelidad, el trabajo, la sencillez han tenido su recompensa. ¡Qué bello es el Tour!