Maniche, una cabeza poco amueblada
Reconozco que los perdones siempre me conmueven. Es raro escuchar la palabra perdón en la boca de nadie. En el mundo sobra autosuficiencia, orgullo y egolatría en todas las esferas y son muy pocos los que reconocen haberse equivocado. Por eso me ha gustado ver a Maniche pedir perdón por los despropósitos acumulados desde que viste nuestra camiseta. El centrocampista portugués es un jugador notable, de una incontestable calidad, con experiencia, pero con una cabeza muy poco amueblada. Cuando pienso en este tipo de jugadores, encuentro muchas similitudes con Reyes, no suelen tener remedio. Quiero decir que sus propósitos de enmienda se suelen quedar en eso, en un mero, vano e inútil propósito. Basta un calentón para que le salgan todos los demonios que lleva dentro.
Maniche que, por méritos propios, se había convertido en una pieza fundamental del equipo, osó enfrentarse dialécticamente con un entrenador de carácter como es Javier Aguirre. Craso error. La afición, por el alto rendimiento que estaba dando, le hubiéramos perdonado aquel desvarío verbal cuando nos recomendó ir a la Gran Vía para ver espectáculo, pero romper la disciplina y pretender desautorizar al técnico, es una afrenta difícil de arreglar. En cualquier caso complicada papeleta para el técnico mexicano. Si prescinde de él, el jugador no podrá revalorizarse, con lo que se obstaculizará más si cabe su hipotética traspaso a otro equipo. Todo queda ahora en manos del entrenador, pero me da que Aguirre, que tampoco anda falto de orgullo, no se va a bajar de la burra. Veremos.