El sparring se convirtió en ogro

Hubo un tiempo en el que España sufría para imponerse a rivales de tercer nivel (Bulgaria, Portugal, Polonia...) y no era sino modesto sparring para adversarios ilustres como Rusia o Yugoslavia. Por fortuna la situación ha variado radicalmente. En su puesta a punto para los Juegos de Pekín, nuestra Selección ha batido a los vigentes campeón europeo (Rusia) y olímpico (Argentina), invirtiendo los viejos papeles de verdugo y Cenicienta.

Si nada se tuerce, España será el equipo a batir en los Juegos, junto a Estados Unidos. Pero el optimismo no debe descartar la prudencia, el potencial hay que demostrarlo en la cancha. Con Grecia, Alemania, EE UU y China de rivales de grupo, no cabe el menor descuido. Aíto y sus jugadores están capacitados para lo mejor, pero el podio olímpico, como la cumbre del Everest nunca puede pisarse sin hazañas previas. La Selección española puede ofrecer un recital de baloncesto, con extraordinaria defensa y compenetración en su brillante ataque, pero sus oponentes también tienen gran calidad y saldrán muy motivados contra nuestro equipo. Todo ello supone que los éxitos, si llegan, tendrán un mérito enorme. Y esperemos que así sea.