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Como Villalonga en cacharrería

Villalonga ha entrado como elefante en una cacharrería. En su primera gestión deportiva ha dejado heridos a su director deportivo, Xabier Azkargorta y a Unai Emery. Al primero porque ha hecho un contacto con Aragonés a espaldas de quien teóricamente es su hombre de confianza en lo deportivo. ¿Dimite? No. Y a Unai porque al conocerse que prefiere a "otro", queda tocadísimo. Emery se quedó con el abrazo (¿de Judas?) de Villalonga y esperando un reforzamiento en la web del club, que no llegó. ¿Dimite? No, no. Villalonga debe tener un plazo de confianza, pero podría empezar por bajar a la tierra y despojarse de la prepotencia. No se le pide que vaya de valencianista que no lo es. El aficionado, que ya ha visto tanto y tan raro, admite que es un "tiburón" ejecutivo.

Pero podría empezar por no dar plantón de 35 minutos a los seis ex presidentes a los que citó ayer (incluido Juan Soler) y no comenzar la comida con un "tengo sólo 50 minutos para ustedes". Ayer, Azkargorta tuvo que presentarse a sí mismo ante Emery y, por la tarde, el actual presidente de paja (Agustín Morera), hizo el papelón de presentar a Azkargorta a la plantilla. Y el sábado hará el numerito de hablar ante mil peñistas en la convención. Y mientras, Villalonga no aparece. Manda a distancia sin haber sido ni presentado en sociedad. Legalmente es un okupa. Realmente, es el que parte el bacalao. ¿Y Juan Sánchez? Despojado de sus anteriores galones, medita irse. Al menos una alegría: a Villa, Silva y Joaquín no los venden de momento.