Rafael está más solo que Cristiano
Seamos sinceros y coherentes. Lo de que un jugador se marcha de un club si se le mete en la mollera no es del todo cierto. Van der Vaart lo dijo alto y claro el pasado año y se quedó con las ganas porque el Valencia, finalmente, no aceptó pagar lo que pedía el Hamburgo. La conclusión es que tuvo que tragar quina en Alemania, amén de ver en peligro la seguridad de su familia porque le acusaron de traidor. Por segundo año consecutivo se plantea la misma cuestión, ahora con el Real Madrid, e incluso el Atlético, revoloteando. Si yo fuera el jugador, abriría la boca cuando estuviera ya a dos mil kilómetros de Hamburgo y con el nuevo contrato firmado. De lo contrario, puede que le acaben quemando la casa los ultras del equipo hanseático.
Pero la cuestión es otra. ¿Está forzando el jugador para salir de su actual club o realmente se mueren por sus huesos en Madrid? Si es lo primero, puede que le salga mal la jugada, una vez más. Si fuera lo segundo, está tardando el Real Madrid, o quien fuere, en sentarse en una mesa con los alemanes y zanjar la cuestión definitivamente. Porque, a diferencia de Cristiano Ronaldo, Van der Vaart no tiene detrás todo el aparato mediático del portugués, ni al agente más avispado de Europa, ni un caché de 80 millones de euros. Y sin todo eso, entiendo que su bella esposa esté preocupada porque Hamburgo se puede convertir en un auténtico infierno para su familia. Ya es tarde para pensar en quedarse un añito allí y luego recalar en nuestro fútbol.