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Toparse con un Shangri-La

El mundo ha perdido a un batería pero ha ganado a un hombre feliz, decididamente optimista que, me temo, es una especie más escasa que la de los baquetas, y más necesaria tal y como corren los tiempos de crisis. Glub! He nombrado la bicha; no era mi intención. Quería hablar de un tipo al que tengo muchas simpatías por su forma de encarar la vida. Se trata de Chris Stewart, al que echaron -por "malo", reconoce el propio Chris- de un grupo que acababa de grabar su primer disco y parecía prometer. Se llamaba Génesis. Peter Gabriel y Tony Banks siguieron su camino hacia el estrellato, con Phil Collins a la batería. Chris se puso a buscar el suyo, y le costó. Tocó en la banda de un circo, escribió guías de viajes sobre China, aprendió a esquilar ovejas en Suecia, se sacó la licencia de piloto en EE.UU. y vivió de granjero en Gran Bretaña.

Chris es un tipo inquieto con ciertas dosis de valentía, aunque él reconoce que es una especie de necesidad continua de huida. Sea lo que fuere lo que empujaba su motor vital, le llevó, cuando terminaban los ochenta, a buscar un Paraíso donde asentarse. Y se dirigió al sur de España. Llegó a un recóndito valle al pie de una sierra nevada donde se hizo con un trozo de tierra y una casa y se dispuso a comenzar una nueva vida junto a su mujer y su perro, rodeado de hombres del campo.

Hasta aquí el sueño que Chris creyó encontrar en las Alpujarras granadinas. De inmediato le asaltó la realidad. La casa era una destartalada edificación de vigas carcomidas sin luz eléctrica que se abastecía de agua a través de una "cantarina manguera atada a un bidón oxidado de aceite..." por la que había pagado cuatro veces más de lo que valía a un paisano que se jactaba de que le tenía comiendo de su mano mientras pasaban las semanas y seguía de ocupa en el cortijo sobre el que pesaba la amenaza de ser anegado por un embalse.

Así comienza Entre limones, el delicioso libro, lleno de humor e ironía, el primero de Chris Stewart (Cristóbal para sus vecinos) sobre su aventura como colono a los pies del Mulhacén. Éxito de ventas que aquí ha editado Almuzara y lo ha subtitulado Historia de un optimista. Si de algo puede presumir Chris es de inteligencia suficiente para disfrutar de lo que la vida le depare. Los paraísos que merecen tal nombre son los que construimos con nuestras manos. Toparse con un Shangri-La puede ser una cuestión de suerte, aunque en los tiempos que corren quedan sólo dos o tres y no pienso desvelar dónde se encuentran. Lo meritorio es tener fortaleza, paciencia y voluntad para afrontar los avatares de la vida, con ganas y optimismo, y hacerlo realidad donde has decidido hacerlo.

Sebastián Álvaro es el director de Al Filo de lo Imposible.