El 'otro' Ángel María Villar
El fútbol da para todo y para todos. Y el fútbol, mezclado con buenos sentimientos y buena fe, puede esbozar una sonrisa en los rostros castigados por el destino. Hemos visto cómo la Selección puso pausa a nuestros problemas cotidianos para inundarnos de alegría y orgullo de ser españoles. Ayer en Valencia se vio otra vertiente del fútbol, cuyos tentáculos son larguísimos, si las personas que lo dirigen quieren. Porque las ideas y los gestos los hacen los hombres y no los equipos o las siglas. En Valencia ayer se demostró. La RFEF, AS y la SER donaron 7.250 euros equivalentes al valor de 100 entradas que la Federación aportó para la final de Copa. Dichas entradas fueron sorteadas por nuestro periódico y por la SER y entregadas a cien valencianistas gratuitamente para ir a la final y encima vieron ganar a su equipo.
El dinero ha ido a parar a una Fundación que mejora la vida de niños con parálisis cerebral. En AS y la SER hemos discrepado de Ángel Villar que, aun así, aquí ha tenido un comportamiento muy humano. Ayer compartimos paella con el otro Villar. Un hombre afable y próximo en la corta distancia, con buen corazón, pero que a veces se envuelve en una imagen áspera, porque se siente maltratado. Su gesto para con los niños y para con nosotros fue de pura nobleza. Villar le dio importancia a la donación como objetivo, sin importarle ir de la mano con nosotros. Y todos contentos: los niños, los padres, los 100 valencianistas, la RFEF y por supuesto nosotros. Gracias.