Fernando Vázquez lo quería de novio para su hija. Pero anoche Silva se convirtió en el novio de España. Todos lo queríamos en nuestra casa para abrazarlo por la magia que descorchaba. ¡Qué Eurocopa se está marcando el canario! Nuestro compañero Hugo Ballester bromea con él: ¡métele dibujo! Y bien que se lo metió anoche. Parecía Picasso pintando una obra de arte. Villa y Silva se están disputando el trono de esta nueva Selección que parece haber encontrado un estilo, cuando juntó a un ramillete de pequeñitos y buenos con hambre.

El Real Madrid lo rechazó dos veces con 13 y 14 años y lo fichó García Pitarch para el Valencia con quince. Lloraba todas las noches porque añoraba a sus padres en Canarias. Ahora ellos lloran de verlo jugar. Y España dice "ése es mi Silva". Defiende y se sacrifica. Lo aprendió en el Eibar: fortaleza vasca. Se echa el equipo a la espalda: lo entrenó en el Celta. Y adquirió la alta competición en el Valencia con Quique Flores, que le consagró cuando lo querían ceder al Lazio. Y ahora es la zurda que mece la cuna de España. Silva pudo porque quiso y nació con el don del fútbol-arte. Anoche sólo faltó el beso a la española de los príncipes. Queda para la final.