Fondo rojo, pasión en el Prater
El gran cambio de nuestro fútbol en la última década se ha producido con los desplazamientos masivos para ver a la Selección en grandes citas. Ayer el Prater se tiñó de rojo. Fue la locura. Desde el fondo español vi cómo se comían con patatas a los italianos. Increíble. Tanto como el descaro de Italia para no jugar al fútbol. Cuanto más defendía la azzurra, más animaba la marea roja. La ilusión por llegar donde nunca llegamos contra la seguridad del que se siente poderoso. Pocas veces he visto tan entregada a una afición. Todos sabían que había que tener paciencia y toque. Es la apuesta de Luis, que ha hecho que su grupo no sea de 23, sino de millones.
Y lo increíble es que pasaban los minutos, Italia seguía a lo suyo, pero nuestros aficionados aumentaban la pasión. Hubo un momento de parón con la prórroga. Cero a cero con Italia y la sombra de los penaltis era para arrojar casi la toalla. Duró unos segundos esa duda, los mismos segundos eternos que cuando cantó Buffon y el esférico acabó en el palo. Si no fuera por el terrible sufrimiento que compartí con los aficionados, el final fue el soñado: ganar a los campeones del mundo en los penaltis.