Faltó ritmo, fondo físico y calidad

Faltó ritmo, fondo físico y calidad

El partido tenía suficientes atractivos para los que gustan de convertir el fútbol en algo más que el juego de once contra once: había promesas (Luka Modric, Arda Turan, incluso Slaven Bilic en el banquillo), ingredientes nacionalistas en ambas selecciones, la garantía de un encuentro en semifinales con un país que hospeda grandes comunidades turcas y croatas. Pero lo que se vio fue lo que se ha repetido en la mayoría de encuentros de esta Eurocopa. Quedan lejos los partidos acelerados de Holanda y los buenos momentos de España y Portugal. Faltó intensidad, ritmo, fondo físico, atrevimiento y calidad individual. Dice Arsene Wenger que el fútbol internacional es muy malo y que no puede reemplazar nunca a lo que debería siempre ser la prioridad: el de clubes.

Igual es que las autoridades no le dan la importancia que merece, no se permite el descanso a los jugadores que convertirían el evento en el escaparate que debería ser, igual se sigue explotando este deporte sin pensar a largo plazo. Las Eurocopas y los Mundiales son los eventos que atraen al aficionado neutro al campo y a la televisión, y ayer no se creó afición. Turquía entiende el fútbol como empujes de orgullo, ratos en los que presiona desordenadamente y momentos de ataque con un pelín de desesperación. Croacia tiene una personalidad más ortodoxa y jugadores curtidos en buenas ligas, pero necesita la buena dirección de Modric y de Kranjkar, que no estuvieron en los momentos y las posiciones decisivas. Acabó todo a última hora y, algo es algo, con emoción.