Ocho años buscando otro Molina
Hasta el mejor culebrón puede hacerse insoportable si se estira demasiado. Uno que fue fan de Falcon Crest (sí, qué pasa) acabó hasta el gorro de las vueltas de tuerca de los Channing, así que ni les cuento lo aburrido que estoy de la incapacidad del Atlético para solucionar el problema de la portería. Desde que se fue Molina en junio de 2000, el Calderón ha sufrido a la más insólita lista de guardametas de la historia. Algunos cómicamente competentes como el Mono Burgos y otros simplemente absurdos como Toni, pero ninguno de garantías. Leo Franco parecía haber puesto fin a la maldición con su estilo sobrio y su personalidad, pero las lesiones y la vigente disputa contractual (acaba dentro de un año y no ha renovado) han mermado su fiablilidad.
Abbiati cumplió, pero se mosqueó con razón cuando los galones de Leo le sacaron del once sin motivo a final de Liga. Será titular en el Milán y el Atleti, que contaba con él, tiene que buscar otra vez. Pero las condiciones no ayudan, ya que la consigna es no gastarse un euro y conseguir que un meta de nivel acepte una cesión sabiendo que lo normal es que sea suplente. Si Isaksson traga será un acierto. Me ganó con una sensacional Eurocopa 2004, sólo tenía 22 años y pensé que alguien debería fichar al ojeador de porteros del Rennes, que acababa de contratarle para sustituir a Cech. Pero si llega cedido por un año sólo será un parche. Y el verano que viene, volver a empezar. O De Gea crece rápido y es lo que se espera o el sinsentido amenaza con ser eterno.