Llegó la confirmación de que todos han obrado mal en este asunto. El futbolista, por llegar a un acuerdo con el Athletic y presentarse siendo aún jugador de la Real. De la nefasta operación que llevó a cabo Lamikiz está todo dicho. Incomprensible. Ya ha pagado, en imagen, por ello. Según Macua, sólo la Asamblea de Socios puede reclamarle una responsabilidad de otro tipo. Pero también el club donostiarra ha recibido un tirón de orejas. La justicia ha dictado que ponerle una cláusula de rescisión de 30 millones a un jugador que cobra 100.000 euros anuales es todo un abuso. Me temo que la histórica sentencia sobre Zubiaurre va a ser referencia para más de un lío de este calibre. En cierta manera, se abre la veda. Y los clubes que no tengan equilibrio entre lo que pagan y exigen por romper el contrato, que se preparen. La vía judicial está ahí.

Quizás sólo la Real ha ganado algo en este entuerto. Se ha metido un buen dinero (ya gastado) por un lateral que apenas era una promesa. El jugador, para colmo, no cuidó su físico lo suficiente como para estar en forma tras más de un año sin jugar. Reprobable es, en cambio, el empeño realista en cortar de raíz la carrera de un chaval que estuvo once años en Zubieta. ¿Traidor? Sí, pero persona. Nunca se quiso llegar a un acuerdo.